jueves, 11 de octubre de 2012

San Julián de los Prados (Oviedo)

Obra: San Julián de los Prados
Fecha: Entre los años 826 y 838 
Estilo: Prerrománico, periodo asturiano
Material: Piedra: sillarejo, sillar. Ladrillo

Esta iglesia es el edificio prerrománico más antiguo y mayor de los que aún se conservan.
Fue construida en tiempos del rey Alfonso II el Casto (791-842) cuando este rey trasladó la capital a Oviedo. Está dedicada a San Julián y su esposa Santa Basilisa, muertos hacia el 304. En el año 896 Alfonso III el Magno la donó a la catedral de San Salvador (la catedral de Oviedo)  junto ''con sus palacios, baños y triclinios''.

Es de planta basilical latina con tres naves y presenta un transepto de una sola nave. La cabecera es tripartita: tres capillas cuadradas cubiertas con bóvedas de cañón. A los pies presenta un pórtico y unos cuartos laterales.
En el interior, las naves están separadas por arcos de medio punto sobre pilares cuadrados. La nave central está separada de la transversal por un arco toral a cuyos lados hay dos huecos con arco de piedra.

Las naves y el crucero se cubren con armadura de madera, mientras que en las capillas se emplea bóveda de cañón. Sobre la capilla central se encuentra un recinto con acceso desde el exterior a través de una ventana ajimezada con tres arquillos de ladrillo sobre dos pequeñas columnas de mármol.
Pero lo que más llama atención es el juego de volúmenes que las alturas diferentes de las naves establecen y la presencia sobre la capilla central por la parte exterior de una pequeña pieza cerrada, de la que se ignora su finalidad. Esta libertad y grandeza con las que se aprovechan los espacios va a ser una característica de la arquitectura asturiana.
Está construida a base de mampostería de piedras pequeñas con sillares en las esquinas y a veces el ladrillo.
Destacan las pinturas que decoran el estuco que revocaba todo el interior de los muros y de las bóvedas, que derivan de motivos ornamentales romanos, así como la arquería ciega que recorre el ábside central, y las celosías que cierran los huecos (solamente una es original).
Hoy están bastante perdidas, aunque bien restauradas. Los temas de edículos, pabellones, columnatas, ciudades ideales, cortinas entreabiertas, etc. cubrían todo el edificio. Queda en pie el enigma de estas representaciones arquitectónicas, repetidas nada menos que treinta y ocho veces. Schlunk dice que representan las treinta y ocho iglesias en que se celebraron los concilios visigodos. Camón Aznar cree que es la representación del cielo (desde el bizantino, la representación del cielo se hace evocando la corte imperial). Sí que tendrían en su momento un simbolismo entre real y religioso, pero nos es desconocido.

 

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